Examinando El Arte De Avanzar Por El Camino
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Algunos puntos merecen especial atención, cuando uno reflexiona sobre la jornada espiritual. Ninguno de ellos es una “novedad”, pero vale la pena re-examinarlos regularmente, porque son inagotables como fuentes de aprendizaje.
 
1) La filosofía esotérica no está en las palabras, aunque las utilice.
 
La enseñanza clásica de la teosofía nunca se agota y no puede ser reducida a estas o aquellas palabras. Es posible verla y procesarla correctamente desde un número casi ilimitado de puntos de vista. Ella muda de aspecto externo, pero contiene siempre la misma ética universal y la misma lección de veracidad fraterna entre todos los seres. Cada vez que se mira a la enseñanza, ella transmite otras tantas cosas que todavía no habían sido percibidas.
 
2) La vida ocurre a través de ritmos, o hábitos, y ellos deben combinar constancia y adaptabilidad.
 
Debemos tener flexibilidad con los ritmos de la vida. Es recomendable saber retroceder y abrir excepciones, siempre que esta sea la alternativa más correcta. La flexibilidad se relaciona con la capacidad de aprender, de renunciar, y de adaptarse a hechos nuevos.
 
Al mismo tiempo, la constancia y la puntualidad son altamente deseables. Un motivo central para eso es que la luz astral o akasha – que sostiene invisiblemente al mundo externo – no es un “espejo” sutil inmóvil o siempre igual a sí mismo. El Akasha es un “espejo” dinámico y vivo.  Es sostenido por ritmos vibratorios reales, y por lo tanto cambiables. De ese modo, la construcción de buenos ritmos y hábitos eficientes – con la necesaria moderación para que sean durables – es un factor decisivo. La moderación taoísta y budista, combinada a la firmeza, hace que las cosas sean más durables.
 
3) El trabajo teosófico ocurre a lo largo de escalas de tiempo inmensas.
 
Nuestro esfuerzo – que es regulado por la ley del Karma – es de largo plazo, porque apunta en la dirección, por lo menos, del año de 2075. Es decir, nuestro trabajo va más allá de los límites de nuestra vida física actual. Y esta es sólo la punta de iceberg de la concepción teosófica de tiempo. El movimiento esotérico moderno ha sido creado con la perspectiva de los próximos 25.000 años. Otros ciclos mucho más grandes están incluidos en la ecuación cronológica del movimiento.
 
De ese modo, así como cosechamos hoy los buenos frutos del trabajo de generaciones anteriores de teósofos que para nosotros son anónimos y desconocidos,  también debemos plantar ahora, anónimamente, para que las generaciones futuras puedan  hacer correctamente sus propias cosechas y sus propios plantíos. Y ellas no van a saber que nuestras individualidades externas un día existieron.
 
Hay en realidad una “Agricultura del espíritu[1], y somos plantadores de ella. Somos obreros y albañiles, también, en la lenta obra común de la construcción de la humanidad del futuro. En esta obra permanente, debemos renacer una y otra vez,  mientras el renacimiento sea útil y necesario para nuestro aprendizaje, o para el aprendizaje de otros.
 
NOTA:
 
[1] Vea-se, por ejemplo, el antiguo “Book of the Nabathean Agriculture”, bastante citado por HPB y los Mahatmas de los Himalayas. Esta obra misteriosa es tema de un libro de Ernest Renan hoy disponible online: “Essay On the Age and Antiquity of the Book of NABATHEAN AGRICULTURE”.   
 
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El artículo “Tres Aspectos del Trabajo Teosófico” fue publicado inicialmente sin indicación de autor en “O Teosofista” (“El Teósofo”), edición de Abril de 2010.
 
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En septiembre de 2016, luego de un cuidadoso análisis de la situación del movimiento esotérico internacional, un grupo de estudiantes decidió crear la Logia Independiente de Teósofos, que tiene como una de sus prioridades la construcción de un futuro mejor en las diversas dimensiones de la vida.
 
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