Examinando el Ciclo Anual del Alma
Carlos Cardoso Aveline
¿Cuándo exactamente comienza el Año Nuevo?
En el calendario gregoriano, inicia el primero de enero. Para los judíos, empieza en una fecha variable entre septiembre y octubre.
Según el calendario oriental basado en el ciclo de la luna, el Año Nuevo tiene comienzo en enero, o febrero. Para cada ser humano, sin embargo, el Año Nuevo empieza el día de su cumpleaños.
Toda celebración – si es sincera – es linda. No obstante, no necesitamos grandes fiestas para conmemorar nuestro Año Nuevo individual. Muchos teósofos sienten que su cumpleaños es un renacimiento de gran importancia interior y por lo tanto no debería ser la causa de ninguna agitación en el mundo externo.
“¿Qué puede haber de sagrado en un cumpleaños?”, diría un escéptico. “De acuerdo con el budismo, el ‘yo’ personal es una ilusión. ¿Sería correcto conmemorar sinceramente el cumpleaños de un ‘yo’ que no existe?”
En “Cartas de los Maestros de Sabiduría”, un Mahatma de los Himalayas admite:
“Para el profano, los cumpleaños no son más que otros doce meses en dirección a la tumba.”[1]
Y eso puede sonar como triste, pero es cierto. Sin embargo, esta es solo una cara de la moneda.
“El tiempo que se nos da para vivir solo parece corto cuando vivimos de modo errado”, enseñó Séneca. En realidad, hay algo de sustancial y divino que celebrar en los cumpleaños. Especialmente cuando un año más de vida significa un paso adelante en el autoperfeccionamiento y en la búsqueda de la verdad interior.
Todo en el universo es transitorio. Eterna es solamente la ley de la evolución a través del amor, la justicia y la verdad. El hecho de que una vida humana es un proceso provisional la vuelve aún más preciosa y digna de celebración. Nuestros cumpleaños deben celebrar la presencia pasajera, en la tierra, de nuestra alma inmortal.
Escribiendo sobre la mitología clásica, Thomas Bulfinch afirma:
“Los romanos creían que cada hombre tenía su Genio y cada mujer su Juno; es decir, un espíritu que les había dado la vida y que era su protector durante toda la vida. El día de su cumpleaños, los hombres hacían ofrendas a su Genio, y las mujeres a su Juno.” [2]
El Genio romano (“daimon”) es nuestro propio espíritu, nuestro ángel de la guarda y maestro interior. Nada más justo, por tanto, que la idea de rendir homenaje en nuestro cumpleaños a nuestra alma inmortal, Atma-Buddhi. Marco Aurelio, el emperador-filósofo romano que es citado en las Cartas de los Mahatmas, escribió en sus “Meditaciones”:
“Y convive con los dioses aquel que constantemente les demuestra que su alma está satisfecha con la parte que le ha sido asignada, y hace todo cuanto quiere el genio divino que Zeus asignó a cada uno, como protector y guía, fracción de sí mismo”. Y en otro pasaje, escribió: “[…] Resta como peculiar del hombre excelente amar y abrazar lo que le sobreviene y se entrelaza con él. Y el no confundir ni perturbar jamás, con una multitud de imágenes, al Dios que tiene la morada dentro de su pecho; antes bien, velar para conservarse propicio, disciplinadamente sumiso al Dios, sin mencionar una palabra contraria a la verdad, sin hacer nada contrario a la justicia”. [3]
El real cumpleañero, pues, es nuestro espíritu inmortal. De hecho, desde el punto de vista astrológico, nuestro verdadero yo es del tamaño del sistema solar. Cada planeta o asteroide que gira en torno a nuestro sol forma parte de nuestra personalidad, o al menos ejerce una viva influencia sobre ella. El trasfondo más amplio de ese proceso psicológico es la Vía Láctea. Constelaciones enteras atestiguan e inspiran el crecimiento interior de cada alma humana.
Es posible conocer nuestra naturaleza y misión a través de un análisis de los rayos cósmicos que los planetas proyectaron sobre nosotros en el momento mismo en que nacimos. El retrato de estas energías inaugurales se llama carta natal. A lo largo de la vida, cada año experimentamos un cierto “renacimiento”. Cuando el Sol pasa por la misma posición del cielo en la que estaba cuando nacimos, toda nuestra energía vital renace y es renovada.
Es principalmente después de nuestro cumpleaños que sentimos la llegada de un gran alivio y la presencia de una nueva fuerza magnética que podemos usar. Astrológicamente, el cumpleaños no se da solo el día en que nacimos, sino que incluye los tres días anteriores y los tres posteriores.
Así, dura un total de siete días la conjunción del sol en el cielo con el sol natal, más conocida como cumpleaños.
Este es un tiempo para ser amable con uno mismo y para dejar que las energías vitales se renueven. Es una ocasión para recordar, para revisar, y para hacer planes en paz. Es correcto durante estos días contemplar la Ley y escuchar a la voz silenciosa de nuestro yo superior, a fin de recibir mejor las bendiciones ilimitadas de la vida universal.
NOTAS:
[1] “Letters From the Masters of the Wisdom”, First Series, edited by C. Jinarajadasa, TPH, India, fourth edition, 1948, Carta número I en ‘Letters to Laura C. Holloway’, p. 201. El volumen está disponible en nuestros sitios web. En la edición de TPH de 1973, ver la p. 147.
[2] “Mythology, The Age of Fable”, de Thomas Bulfinch. Véanse los párrafos finales del primer capítulo. El libro está disponible online. En portugués, “O Livro de Ouro da Mitologia”, Thomas Bulfinch, Ediouro, RJ, 2002, p. 16.
[3] “Meditaciones”, Marco Aurelio, varias ediciones, entre las cuales Editorial Gredos, 1977. El primer fragmento corresponde al párrafo 27 del Libro V. El segundo corresponde al párrafo 16 del Libro III.
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El artículo “El Lado Sagrado del Cumpleaños” es una traducción de “The Sacred Side of Birthdays”. La traducción al español es de Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. El traductor tuvo en cuenta la versión de ese texto en portugués, “O Lado Sagrado do Aniversário”.
La publicación de “El Lado Sagrado del Cumpleaños” ocurrió el 08 de octubre de 2018.
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