Cómo la Energía de la Mente
Humana Crea una Civilización Fraternal
Carlos Cardoso Aveline
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El texto que sigue es una traducción del
capítulo 27 del libro “The Fire and Light of
Theosophical Literature”, de Carlos Cardoso Aveline,
The Aquarian Theosophist, Portugal, 255 pp., 2013.
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“Pedid, y se os dará; buscad y
hallaréis; llamad, y se os abrirá.”
(El Nuevo Testamento, Mateo, 7:7)
“Todo lo que somos es el resultado de lo que
hemos pensado; todo lo que somos está fundado
en nuestros pensamientos y formado por nuestros
pensamientos. Si un hombre habla y actúa con
un pensamiento puro, la felicidad le persigue
como su propia sombra que nunca le deja.”
(“The Dhammapada”, Theosophy Co., Capítulo 1, Verso 2)
La siguiente visualización es un instrumento para desarrollar las potencialidades más elevadas de la mente humana. Destruye viejos círculos viciosos de emociones negativas, y abre espacio para una regeneración cultural.
Siendo un ejercicio práctico, ayuda a los ciudadanos a hacerse conscientes del hecho de que sus pensamientos co-crean el futuro, individual y colectivo. Como una meditación, está basada en una ley natural que H.P.B. examinó con profundidad en su obra maestra de 1877 “Isis Sin Velo”.
Ella escribió:
“Dada una cierta intensidad de voluntad, y las formas creadas por la mente se hacen subjetivas. Se las llama alucinaciones, aunque para su creador son tan reales como lo es cualquier objeto visible para cualquier otro. Dada una más intensa e inteligente concentración de esta voluntad, y la forma se hace concreta, visible, objetiva; el hombre ha aprendido el secreto de los secretos; él es un MAGO.” [1]
En el mismo libro, la teósofa rusa añadió:
“Cuando la psicología y la fisiología se hagan merecedoras del nombre de ciencias, los europeos se convencerán de la extraña y formidable potencia que existe en la voluntad e imaginación humanas, tanto si son ejercitadas conscientemente como si no. Y aun así, qué fácil es realizar tal poder en espíritu, si pensamos en esa gran verdad de la naturaleza de que cada átomo en ella, aun el más insignificante, es movido por el espíritu, que es uno en esencia, ya que la partícula más pequeña de ella representa el todo; y esa materia no es más que la copia concreta de la idea abstracta, después de todo.” [2]
En “La Doctrina Secreta”, ella citó algunos párrafos del Sr. Subba Row sobre el “misterioso poder del pensamiento que le permite a uno producir resultados externos, perceptibles, fenoménicos por medio de su propia energía inherente. Los antiguos mantenían que cualquier idea se manifestará externamente si la atención de uno está profundamente concentrada en ella. Similarmente una intensa volición será seguida por el resultado deseado.” [3]
El esfuerzo teosófico tiene un propósito a largo plazo. Su objetivo es “evocar” y hacer activas en nuestra humanidad las potencialidades más elevadas de la naturaleza humana, para que nuevas y mejores civilizaciones puedan emerger. Por este motivo, uno encuentra en las “Cartas de los Mahatmas” las siguientes líneas de un Maestro de Sabiduría:
“…Estamos conformes en seguir viviendo como lo hacemos – ignorados y sin ser molestados por una civilización que se apoya totalmente en el intelecto. Ni sentimos tampoco inquietud por la resurrección de nuestras antiguas artes y elevada civilización, porque éstas volverán, con seguridad, a su tiempo y en forma aún más elevada, como así lo harán, a su vez, los plesiosaurios y los megaterios. Tenemos la debilidad de creer en ciclos que vuelven siempre periódicamente, y esperamos poder acelerar la resurrección de lo que pasó y se fue. Nosotros no podríamos impedirlo aunque quisiéramos. La ‘nueva civilización’ no será más que la hija de la antigua, y nosotros no tenemos más que dejar que la ley eterna siga su propio curso para que nuestros muertos salgan de sus tumbas; pero estamos realmente ansiosos de apresurar el deseado acontecimiento.” [4]
Maestros y discípulos están por lo tanto deseosos de apresurar el anhelado acontecimiento de una nueva civilización, que no será más que la hija de la antigua, y que vendrá junto con un revivir de las artes y la alta civilización de la antigüedad. En armonía con esa idea, en la frase final de su libro “La Clave de la Teosofía” Helena P. Blavatsky previó que si el movimiento teosófico realiza su tarea correctamente “la Tierra será como un paraíso en el siglo veintiuno”.
Hay tiempo todavía.
La relación correcta entre el “cielo” y la “tierra”, o la consciencia celestial y humana, será un asunto central en la agenda del movimiento teosófico en el siglo XXI y más allá. El próximo paso en la evolución humana es el uso eficiente de la energía mental de cada uno para obtener objetivos nobles y correctos y beneficiar a todos los seres. Y este no es un sueño vago. Constituye una necesidad histórica que debe ser cumplida de acuerdo con la Ley del Karma. Cada ciudadano puede convertirse en un centro activo de esa revolución silenciosa. Un Mahatma de los Himalayas explicó:
“El cerebro humano es un generador incansable de la más refinada calidad de fuerza cósmica, saliendo de la baja y bruta energía de la naturaleza; y el adepto completo se ha transformado a sí mismo en un centro desde el cual irradia potencialidades que conllevan correlaciones sobre correlaciones durante un sinfín de épocas venideras. Esta es la clave del misterio de ser capaz de proyectar y materializar en el mundo visible las formas que su imaginación ha construido a partir de la materia inerte cósmica en el mundo invisible. El adepto no crea nada nuevo, sino que solamente utiliza y manipula los materiales que la naturaleza tiene guardados a su alrededor; un material que a lo largo de las eternidades ha pasado a través de todas las formas; él no tiene más que elegir la que quiere y llamarla hacia la existencia objetiva.” [5]
Unos párrafos más adelante, el Maestro explica la idea:
“….Cada pensamiento del hombre, al ser producido, pasa al mundo interior y se convierte en una entidad activa al asociarse – fusionarse, podríamos decir – con un elemental; esto es, con una de las fuerzas semi-inteligentes de los reinos. Sobrevive como una inteligencia activa, una criatura de la mente, por un periodo más largo o más corto proporcional a la intensidad original de la acción cerebral que lo generó. Por lo tanto, un buen pensamiento se perpetúa como un poder activo benéfico; un mal pensamiento como un demonio maléfico. Y así el hombre está continuamente poblando su corriente en el espacio con un mundo propio, abarrotado de los resultados de sus fantasías, deseos, impulsos, y pasiones, una corriente que reacciona ante cualquier organización sensible y/o nerviosa que se pone en contacto con ella en proporción a su intensidad dinámica. Los budistas llaman a esto ‘Skandha’, los hindúes le dan el nombre de ‘Karma’; el Adepto produce estas formas conscientemente; otros hombres las arrojan inconscientemente.” [6]
Tres Objetivos en la Construcción del Futuro
La intención de desarrollar las mejores potencialidades de la humanidad actual es un elemento decisivo en la tarea del movimiento esotérico. También permea e ilumina sus tres principales objetivos.
El primer objetivo del esfuerzo teosófico es crear un núcleo de fraternidad universal. Este proceso de construcción debe ser logrado dando ejemplos individuales y colectivos de la acción correcta a seguir. El segundo objetivo es el estudio de la Sabiduría Universal tal y como se enseñaba en la literatura filosófica y religiosa de todos los tiempos y naciones. Dando prioridad a las tradiciones orientales, este objetivo ayuda a eliminar el apego a horizontes tribales, nacionales o sectarios.
El tercer objetivo es la investigación de los poderes más elevados latentes en la consciencia de cada ser humano. Esa meta abre una puerta invisible a los ciudadanos de hoy en día para que se conviertan en pioneros de la humanidad futura.
Los tres objetivos son inseparables. Cada uno de ellos vuelve posibles los otros dos. Los objetivos segundo y tercero, por ejemplo, son instrumentos para lograr el primero. Y es el primer objetivo el que da la motivación adecuada y la perspectiva correcta desde las cuales se puede alcanzar los otros dos.
El egoísmo es una expresión de la ignorancia humana y un callejón sin salida que conduce a la prisión de la infelicidad.
La meditación sobre el despertar de la humanidad es una práctica altruista. Puede ser vista como una respuesta a la desafiante afirmación hecha en las Cartas de los Mahatmas de que la humanidad es la gran huérfana, porque hasta ahora relativamente pocos individuos han desarrollado una responsabilidad personal con relación a su futuro. [7]
La siguiente visualización coloca los poderes superiores de la consciencia humana al servicio de la Fraternidad Universal, tal como debidamente requiere la ley del Karma y de la evolución. El altruismo es la única forma correcta de desarrollar las potencialidades trascendentales de la mente. Es también la forma más efectiva de conseguir la felicidad.
Esta meditación puede ser practicada individual o colectivamente. Es una buena idea que se haga en asociaciones comunitarias. Es por supuesto mejor meditar en un lugar donde haya silencio y aire limpio. Aunque su práctica regular produce mejores efectos que hacerla solamente una vez, es benéfica incluso como un acto aislado.
El Despertar de la Humanidad
1) Siéntese en una postura erguida.
2) Adopte una respiración más pausada y profunda. Deje a un lado los pensamientos sobre asuntos de corto plazo.
3) Relaje los pies, luego las piernas, las manos, los brazos. Relaje los músculos de la cara. Sienta el contraste entre los músculos liberados y la firme columna vertebral. Esta es una imagen de cómo debemos enfrentarnos a la vida: siendo firmes en lo que es esencial, y flexibles en asuntos de importancia secundaria.
4) Recuerde que esta no es su primera encarnación. Lentamente piense en el sufrimiento de la humanidad en los últimos milenios. Calcule los niveles actuales de dolor en los diferentes continentes del nuestro planeta. Contemple su propio sufrimiento: incluso las esperanzas y aspiraciones son a menudo formas de dolor. Reflexione sobre el hecho de que es posible convertir las aflicciones en sabiduría. Recuerde que no es necesario el apego al sufrimiento. Considere con calma la tarea que ahora espera a los seres humanos: aprender en su propia alma el arte de vivir con altruismo impersonal. Esta tarea lentamente produce una felicidad duradera para todos.
5) Visualice a los seres humanos de cada parte del mundo conscientemente aprendiendo lecciones de los obstáculos que afrontan. Vea la sabiduría y la solidaridad permeando las relaciones entre todos en cada continente. Imagine a la humanidad despertando ahora al poder ilimitado de la ayuda mutua. Mantenga en el ojo de su mente, por un momento, la imagen de cada ciudad y comunidad rural elevándose a la solución fraternal de sus problemas. Vea cada lugar funcionando como parte de una civilización global basada en los principios de la autorresponsabilidad y la ayuda mutua.
6) Vea a la radio, la televisión, los periódicos y las páginas de Internet promocionando de manera activa objetivos pacíficos para la comunidad, local y global. Dele una mirada serena a la civilización actual mientras ella construye mecanismos de solidaridad en el vasto e inspirador mundo de su propia mente creativa. Fortalezca su compromiso personal con esta visión. La humanidad es el círculo de Pascal, cuyo centro está en el corazón de cada ciudadano; y usted no es una excepción.
7) Visualice por unos momentos a dirigentes públicos sinceros compartiendo el proceso del despertar global. Recuerde el viejo axioma que dice: “hay más mérito en lograr un objetivo difícil, en tanto que sea noble”. Imagine a su ciudad y país como territorios de la paz universal. Véalos preparados desde ahora para una nueva era de respeto mutuo y fraternidad. Mantenga esta imagen consigo mismo. Presérvela en su mente y corazón.
Cada nueva fase en la evolución de la humanidad necesita sus pioneros.
Si usted se da cuenta de que es corresponsable del despertar colectivo, piense en la idea de dar los pasos necesarios para que estas visiones del futuro permanezcan fuertes y para expandir gradualmente su influencia. La mejor manera de desarrollar la fuerza de voluntad es ayudando a acelerar el actual amanecer (en gran parte subconsciente) de la próxima civilización de la fraternidad universal.
NOTAS:
[1] Helena P. Blavatsky, en “Isis Unveiled”, vol. I, p. 62.
[2] “Isis Unveiled”, vol. I, p. 384. Desde esta página en adelante, HPB continúa hablando del tema durante decenas de páginas.
[3] “The Secret Doctrine”, vol. I, p. 293.
[4] Carta 28, pp. 309-310, en “Las Cartas de los Mahatmas”.
[5] “First letter of K.H. to A. O. Hume”, en “Combined Chronology of The Mahatma Letters and The Letters of H.P.B. to A. P. Sinnett”, de Margaret Conger, TUP, Pasadena, 48 pp., 1973, ver p. 31.
[6] “Combined Chronology of The Mahatma Letters and The Letters of H.P.B. to A.P. Sinnett”, Margareth Conger, TUP, ver p. 33.
[7] Ver “Las Cartas de los Mahatmas”, Carta 8, pp. 46-47, especialmente 47. En unas 20 líneas dedicadas a este tema, uno puede leer las siguientes palabras del Maestro: “¡Porque es ‘la Humanidad’ la gran Huérfana, la única desheredada de esta tierra, amigo mío! Y es deber de cada hombre capaz de un impulso generoso hacer algo, por poco que sea, para su bienestar.”
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Traducción del inglés: Juan Pedro Bercial.
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Una versión inicial de este capítulo de “The Fire and Light of Theosophical Literature” fue publicada en el libro “A Informação Solidária”, de Carlos C. Aveline, Edifurb, Blumenau, SC, Brasil, 86 pp., 2001, pp. 72-74.
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