Hay que Concentrar la Consciencia
En La Fuente del Conocimiento Eterno
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Un lector escribe para hacer una consulta y narra algunos errores que considera “terribles”, cometidos en la infancia y la adolescencia.
 
El asunto de la lucha con los errores pasados es de interés para todo peregrino. El recuerdo de acciones infelices puede convertirse en un fantasma aterrador que boicotea la voluntad de seguir el camino del bien. Es como si la decisión de vivir de la mejor manera posible fuera derrotada en su base subconsciente por la memoria repetitiva de acciones desafortunadas que parecen “especialmente impresionantes”.
 
En la infancia y en la primera parte de la juventud, hay poco discernimiento. La verdad es que los errores del pasado del aspirante a la sabiduría no tienen gran importancia práctica en sí. Deben ser observados por sus efectos en el presente.
 
Vale la pena actuar en la dirección opuesta a la de los errores. Esta medida es válida en primer lugar en el plano del pensamiento, según establecen los Sutras de Yoga de Patanjali (parte II, aforismos 33 y 34). Cada idea falsa debe ser reemplazada en la mente de uno por la idea verdadera,  que es su opuesto. Para esto, se necesita del discernimiento para distinguir entre lo cierto y lo errado, lo falso y lo verdadero.
 
El karma más importante no es el karma que se hereda, sino el karma que se siembra. [1]
 
El motivo para contemplar los errores pasados se limita a extraer lecciones para el presente y el futuro. El masoquismo, los apegos a sentimientos de culpa y el hábito de alimentar sentimientos negativos deben ser desenmascarados como formas de autoengaño y de hipocresía mal disfrazada con uno mismo. Elementos del psicoanálisis freudiano serán útiles para comprender y desarticular la fuerza de las ilusiones producidas en el yo inferior.
 
Durante la vida adulta, estar auto-hipnotizado por escenas infelices del pasado es una forma de quedarse cómodo. Es confortable aferrarse a la culpa como una excusa para no incrementar el esfuerzo interno, pero la Teosofía enseña a superar la pereza emocional y actuar correctamente en medio de los desafíos del presente.
 
Existen voces astrales especializadas en la “descualificación de aspirantes”. Y hablan “desde dentro de la gente”, no “desde fuera”. Exageran los errores para dominar la vida mental de modo paralizante. La gran pregunta, por lo tanto, es saber quién es y qué es uno mismo. El error visto como hábito se debe colocar sobre la mesa, y a plena luz del día se verá que el yo egoísta no tiene existencia real. Es una máscara, una “persona”, un guión de acciones automáticas creado por la ignorancia auto-organizada.
 
La prioridad es actuar con lucidez profunda a cada momento.
 
Desahogarse sobre el pasado con alguna persona amiga puede tener una función des-hipnotizadora. La culpa (consciente y subconsciente) forma un círculo vicioso con dimensiones de hipnosis. Desahogarse descomprime y permite situar las cosas en un  contexto mejor y más amplio. Una vez hecho esto, uno debe centrarse en el deber dinámico de hacer lo que es más  correcto a cada momento.
 
Un maestro de la sabiduría escribió:
 
“El proceso de auto-purificación no es un trabajo de un momento, o unos pocos meses, sino de años – pudiéndose prolongar durante varias vidas. Cuanto más tarde comienza un hombre a vivir una vida más elevada, más largo debe ser su periodo de probación, porque tiene que deshacer los efectos de una larga serie de años ocupado ​​en objetivos diametralmente opuestos a la meta verdadera.”
 
Entonces el maestro se refiere a la “reencarnación del propósito espiritual”, a lo largo de diversas vidas del aspirante a la sabiduría:
 
“Cuanto mayor es el esfuerzo de alguien y más brillante es el resultado de su trabajo, más cerca estará el umbral. Si su aspiración es auténtica – una creencia establecida y no un flash sentimental momentáneo – se transfiere de un cuerpo a otro la determinación que en última instancia le conducirá a la realización de su deseo.” [2]
 
Las pruebas ser renuevan constantemente a lo largo del camino, porque el peso creciente de las buenas acciones irá desenterrando y desarraigando una cantidad correspondiente de basura astral del pasado próximo y remoto.
 
La confrontación debe ser vista con naturalidad. Conviene examinar la intención actual del peregrino, y profundizar la eficacia de las buenas acciones. Se debe liberar el aura individual de los residuos de etapas anteriores, y eso se logra mediante el fortalecimiento de la voluntad y el uso de la voluntad para el bien.
 
El inventario de fracasos pertenece a cada uno: es útil como elemento de desidentificación. Ayuda al estudiante a entender quién es él, y quién no es. La memoria de errores y fracasos del buscador de la verdad le acompaña. Es necesario permitir este acompañamiento,  y vivir con la memoria que regresa de vez en cuando, sabiendo, como un axioma, que “los errores no definen quién uno es; los éxitos no definen quién uno es; pero la intención duradera y el camino en el que él avanza,  estos sí definen quién él es, hoy.”
 
En todo momento y situación, se debe fortalecer la intención impersonal de hacer el bien y deshacerse del error.
 
Autoestima e Identificación de los Errores
 
La idea del arrepentimiento ha sido distorsionada y utilizada de manera perjudicial. Durante siglos, el acto de arrepentimiento ha sido presentado como una práctica impuesta de arriba hacia abajo o por algún dios externo. A menudo se presenta como un auto-castigo. Adquiere tonos de masoquismo. Por esa razón muchos rechazan cualquier forma de auto-observación o arrepentimiento, como si fueran actitudes negativas hacia uno mismo. Terminan pensando que uno debería tener orgullo de sus fracasos éticos.
 
Muchos están dispuestos a “alcanzar la sabiduría universal”, pero los que están dispuestos a efectivamente abandonar la ignorancia son menos numerosos. No es difícil encontrar personas interesadas en la consecución de la felicidad, pero son pocos los que quieren pagar el precio.
 
El arrepentimiento es una forma de reconciliación con la verdad, y constituye una aceptación saludable de nuestros fracasos. Es a través del arrepentimiento que se puede dejar de repetir los mismos errores.
 
Individual y colectivamente, decir no a la continuación de nuestros fracasos es un acto de auto-estima. Es necesario que uno conozca su propio valor interno para tener el coraje para identificar sus errores, aceptando el dolor de observarlos, y seguir adelante, curándose a sí mismo de las causas y efectos del fracaso. Lo mismo vale para una comunidad, una asociación teosófica y un país.
 
Al final de cada día, mes, año o década, tenemos una oportunidad de renovar una vieja práctica pitagórica. Se debe identificar errores, arrepentirnos de ellos, celebrar las acciones correctas, y decidir actuaremos de la mejor manera posible en el ciclo siguiente.
 
NOTAS:
 
[1] Vea en nuestros sitios web asociados el artículo “Atuando no Plano das Causas”.
 
[2] De la Carta 6, de la primera serie, en las “Cartas dos Mestres de Sabedoria”, editadas por C. Jinarajadasa, Ed. Teosófica, 295 pp., Brasilia, 1996, p. 35. Algunas ideas de este fragmento son repetidas en la Carta 9, de la misma primera serie, p. 47.
 
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El título original del artículo “Derrotando Visiones Negativas” es “Derrotando Visões Negativas”. El texto fue publicado inicialmente sin indicación de nombre de autor en la edición de Enero de 2017 del periódico “O Teosofista”. La traducción del portugués es de Juan Pedro Bercial.
 
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En septiembre de 2016, luego de un cuidadoso análisis de la situación del movimiento esotérico internacional, un grupo de estudiantes decidió crear la Logia Independiente de Teósofos, que tiene como una de sus prioridades la construcción de un futuro mejor en las diversas dimensiones de la vida.
 
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