La Teosofía Original Enseña a Confiar en el Futuro
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
El optimismo teosófico surge de una percepción correcta del universo
 
 
 
La ética no puede ser estimulada con eficiencia a través de mera propaganda. Los comportamientos sutilmente deshonestos son síntomas de un proceso psicológico que debe ser comprendido. La actitud egoísta ante la vida – frecuentemente disfrazada bajo apariencias “espirituales” – es una forma de ceguera innecesaria.
 
En ausencia de una visión correcta del futuro, el comportamiento humano es dominado por la búsqueda de satisfacciones de corto plazo. Problemas como la crisis ética, el apego a las rutinas, la dispersión mental o la lucha exagerada por el poder están relacionados con la ausencia de una percepción adecuada del futuro. Surgen porque no hay una comprensión del misterio del Tiempo y del Karma.
 
La teosofía enseña que la vida puede y debe ser renovada en todo momento, individual y colectivamente. El renacimiento interior es siempre posible. Cuando el individuo y la comunidad ven las causas del sufrimiento, la comprensión sustituye al dolor. La fuente central de las aflicciones es la ignorancia. Un proyecto de vida correcto es inseparable de una clara percepción del tiempo cíclico de largo plazo, incluyendo el proceso de la reencarnación.
 
El pasado, el presente y el futuro deben ser reconocidos como aspectos diferentes de una sola Duración Ilimitada. El tiempo eterno es indivisible. Cuando se percibe esto, la ley del karma puede ser comprendida y la enfermedad del egoísmo encuentra su cura en el interior del alma. El aprendiz debe elevarse por encima de las trivialidades personales. Entonces su visión de futuro se vuelve estimulante otra vez, el propósito de la vida se vuelve claro, sus potencialidades positivas se tornan visibles, el egoísmo deja de tener sentido, y el desánimo y la dispersión mental parecen no haber existido jamás.
 
El Optimismo y la Felicidad
 
La cuestión del optimismo en teosofía es fundamental, porque el significado de la palabra “optimismo” es confianza en el futuro, y el movimiento teosófico existe, precisamente, para preparar un futuro mejor.
 
Toda verdadera filosofía ofrece a sus estudiantes un camino hacia la felicidad a través del conocimiento del universo y del autoconocimiento. La teosofía no es una excepción, y su visión del mundo es práctica. El optimismo teosófico surge cuando se comprende que la felicidad interior es un resultado natural del acto de vivir correctamente.
 
El que alcanza un conocimiento real de la ley de la vida tiene motivos sólidos para confiar en el futuro, porque aprende a plantar lo que desea cosechar. Un antiguo dicho recomienda:
 
“Siembra una acción y cosecharás un hábito;
Siembra un hábito y cosecharás un carácter;
Siembra un carácter y cosecharás un destino”. [1]
 
El Camino del Nirvana
 
El noble camino óctuple enseñado por Gautama Buddha es el camino hacia la felicidad o nirvana. La teosofía solo puede ser descrita como un camino de sacrificio desde el punto de vista del yo inferior, cuyo mundo es ilusorio.
 
El sufrimiento forma parte de la vida porque la vida implica ilusión. Dukkha, dolor o aflicción, es la primera noble verdad del budismo. Ella debe ser vista al principio, porque su correcta comprensión es el punto de partida en el camino de la bienaventuranza.
 
La filosofía esotérica no solo enseña que para cada dolor hay una lección, y frecuentemente más de una. También afirma que el aprendizaje puede llevarse a cabo de modo consciente. Para vivir con los ojos abiertos, basta con buscar sinceramente las causas del sufrimiento. En el verdadero optimismo no hay una idealización emocional. La confianza en el futuro requiere atención. La vigilancia es el precio a pagar por el discernimiento, y el discernimiento es la base de la sabiduría y de la felicidad.
 
Cuando conocemos cómo funciona la vida, percibimos que es posible confiar en ella. El optimismo enseña a confiar en uno mismo y permite preservar la felicidad interior a pesar de los desafíos.
 
Ningún dolor es más intenso que la lección enseñada por él. La aflicción humana no puede superar a la bendición que la compensará a su debido tiempo. Un Maestro de Sabiduría escribió:
 
“La Naturaleza tiene un antídoto para cada veneno y sus leyes, una recompensa para cada sufrimiento. La mariposa devorada por un pájaro se convierte en ese pájaro, y el pajarillo muerto por un animal entra en una forma superior. Es la ley  ciega de la  necesidad y de la  adaptación  eterna de las  cosas…”.[2]
 
Es cierto que el optimismo filosófico parece excesivamente severo para las mentes superficiales. Siendo profundo, no está atrapado en el plano de las apariencias. La confianza trascendente en el futuro es una fuente esencial de esa visión de la vida que sustenta, por ejemplo, el autosacrificio de largo plazo. Es necesario tener un verdadero optimismo para dedicar la existencia a un ideal elevado, dejando de lado el apego a la comodidad personal. Y se debe tener en cuenta que la verdadera teosofía no es un anestésico. Ella elimina gradualmente la causa, no solo los síntomas, del dolor humano.
 
Una fuente decisiva de optimismo está en la relación directa que hay entre el individuo y el universo como un todo. La sabiduría antigua afirma que cada alma humana posee una estrella inspiradora en el cielo, y un clásico teosófico añade:
 
“Cuando hayas encontrado el principio del camino, la estrella de tu alma mostrará su luz, y por medio de esta luz percibirás cuán grande es la oscuridad en la que brilla. (…) No te asustes ni aterrorices por esta visión; mantén tus ojos fijos en la pequeña luz y ella crecerá. (…) Entonces comenzarás a participar de un contentamiento que trae, de hecho, un trabajo terrible y una profunda tristeza, pero también provoca una satisfacción grande, y cada vez mayor”. [3]
 
El optimismo, en filosofía esotérica, no es alguna esperanza ingenua. Él surge de la capacidad de comprender la vida infinita y de mantenerse en armonía con ella independientemente de las circunstancias externas. Todos los seres y situaciones existen en el territorio de la ley universal, y la clave de la felicidad está en obtener, por mérito propio, un vínculo consciente con lo que es ilimitado.
 
NOTAS:
 
[1] De un artículo titulado “The Genesis of Evil in Human Life”, firmado por “I” y publicado en la revista “Lucifer”, de Londres, edición de enero de 1889, pp. 373-378. La palabra “Lucifer” significa “portador de la luz”. Es un nombre antiguo para designar al planeta Venus, la “estrella del amanecer”. Desde la Edad Media, sin embargo, el término ha sido distorsionado por teólogos desinformados y usado para justificar la tortura y el asesinato de personas – en nombre de Jesucristo – por parte de la Iglesia católica. Afortunadamente, desde el siglo XX la Iglesia católica ya no se atreve a matar y torturar personas.
 
[2] Las Cartas de los Mahatmas, Editorial Teosófica, Barcelona, España, 1994, carta 10, p. 82.
 
[3] “Luz no Caminho”, de M. C., tradução, prólogo e notas de Carlos Cardoso Aveline, 85 páginas. La obra fue publicada en 2014 por The Aquarian Theosophist. Ver pp. 26-27.
 
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El artículo “El Optimismo y la Filosofía Esotérica” es una traducción del portugués y la tarea ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “O Otimismo e a Filosofia Esotérica”. La publicación en español ocurrió el 23 de febrero de 2022.
 
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