La Leyenda del Nacimiento
de Jesús Según la Teosofía
Carlos Cardoso Aveline
La filosofía clásica enseña que las estrellas son habitadas por espíritus divinos, y que hay una íntima relación entre ellas y las almas humanas.
La idea está presente en muchas obras diferentes de la literatura universal, incluyendo la poesía y la filosofía.
En las líneas finales del folio 41 de su diálogo “Timeo”, Platón aborda el trabajo del “creador” del universo, término que en filosofía esotérica hace referencia a la amplia pluralidad de inteligencias que impulsan el proceso de creación. Platón afirma lo siguiente sobre el “creador” y la “mezcla primordial” del cosmos:
“…Él dividió toda la mezcla en almas cuyo número era igual al número de estrellas, y atribuyó a cada estrella un alma; y habiendo ubicado allá cada alma como en un carruaje, les mostró a estas la naturaleza del universo, y les explicó las leyes del destino…”. [1]
Sin duda, de acuerdo con la filosofía esotérica las estrellas físicas son solo “carruajes” o vehículos de los espíritus estelares. Algunas líneas más adelante – en el comienzo del folio 42 – Platón dice que estas estrellas-almas fueron implantadas en cuerpos por necesidad, es decir, debido a la ley del karma, en términos de la teosofía moderna.
En el final del folio 38 y comienzo del 39 del “Timeo”, Platón menciona el momento en que “todas las estrellas que eran necesarias para la creación del tiempo habían alcanzado un movimiento adecuado para ellas, se habían tornado criaturas vivas con cuerpos ligados a cadenas vitales, y conocían las tareas atribuidas a ellas”. [2]
Estas ideas están en armonía con la filosofía esotérica enseñada en la obra “La Doctrina Secreta”, de Helena P. Blavatsky.
El asunto es objeto de misterio, porque el conocimiento de sus aspectos más profundos pertenece solamente a los altos iniciados. Sin embargo, todos podemos investigar el tema. En “La Doctrina Secreta” vemos referencias al vínculo directo entre los Siete Rishis (Sabios) de la antigua tradición hindú y las Siete Pléyades [3], las famosas estrellas cuyas “dulces influencias” sobre la humanidad [4] son mencionadas en la teosofía esotérica.
Esta relación estrecha que existe entre las estrellas y los sabios también ocurre en la tradición cristiana más reciente y en las leyendas presentadas en el Nuevo Testamento. El capítulo dos del Evangelio según Mateo empieza mencionando la relación del nacimiento de Jesús con una estrella de Oriente.
Mateo, 2:1-2 afirma:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ‘¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarle’”.
Mientras los magos continuaban su búsqueda, “la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo”. (Mt, 2:9-10)
El contenido y el significado de este simbolismo son universales. En “La Voz del Silencio”, podemos leer:
“… La estrella, que es tu meta, ardiendo encima de tu cabeza”.
H.P. Blavatsky comenta estas palabras en una nota a pie de página:
“La estrella que arde encima de la cabeza es ‘la estrella de la iniciación’.” [5]
De acuerdo con “La Voz del Silencio”, el Tres, o la Tríada que simboliza al chela o discípulo avanzado se vuelve “una estrella única, el fuego que arde pero no consume”. Esta estrella corresponde a Atma, el séptimo principio, el nivel más elevado de la consciencia.
La relación entre los individuos humanos y las estrellas es abordada también en este párrafo de “La Doctrina Secreta”:
“La estrella bajo la cual nace una Entidad humana, según afirma la enseñanza Oculta, seguirá siendo su estrella para siempre, durante todo el ciclo de sus encarnaciones en un manvántara. Pero esta no es su estrella astrológica. Esta última tiene relación y está conectada con la personalidad, y la primera, con la INDIVIDUALIDAD. El ‘Ángel’ de la Estrella, o su Dhyani-Buddha, será el ‘Ángel’ orientador o simplemente el ‘Ángel’ que preside, digámoslo así, cada nuevo renacimiento de la mónada, la cual es parte de la esencia de él, aunque su vehículo, el ser humano, pueda permanecer siempre sin saber de esto. Cada uno de los Adeptos tiene su Dhyani-Buddha, su ‘Alma-gemela’ más vieja, [6] y ellos la conocen, llamándola ‘Alma-Padre’ y ‘Fuego-Padre’. Sin embargo, solo la perciben en la última y suprema iniciación, mientras están frente a frente con la clara ‘Imagen’. ¿Hasta qué punto Bulwer-Lytton conocía este hecho al describir, en uno de sus momentos más inspirados, el encuentro cara a cara de Zanoni con su Augoeides?”. [7]
A medida que atraviesan la “puerta estrecha” y se esfuerzan en seguir avanzando por el “angosto camino que lleva a la vida” (Mateo, 7:13-14), los seres humanos comienzan a mirar las estrellas de un modo diferente. Pasan a escuchar la voz sin palabras de su “padre que está en los cielos”.
Pero el peligro acecha a todos los que buscan el camino estrecho y sagrado, porque deben, como añade Mateo, “guardarse de los falsos profetas, que vienen con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”. (Mt, 7:15)
Lobos, Herodes y otras amenazas probatorias para la vida del Iniciado existen externamente y en los reinos inferiores de la naturaleza, mientras que el nacimiento real de Jesús es interno y ocurre en los planos superiores de consciencia. La verdadera Navidad tiene lugar en el centro del corazón humano, porque en realidad “Jesús” es un símbolo que representa el alma espiritual de cada uno, la cual debe nacer o despertar en algún momento del ciclo cósmico.
NOTAS:
[1] Véase “Timeo”, de Platón, en “Plato – The Dialogues of Plato”, Translated by Benjamin Jowett, Encyclopaedia Britannica, Inc., Chicago, London, Toronto, 1952, 814 pp., páginas 452-453.
[2] “Timeo”, de Platón, en “Plato – The Dialogues of Plato”, Encyclopaedia Britannica, Inc., 1952, p. 451.
[3] “The Secret Doctrine”, Helena Blavatsky, volumen II, p. 551.
[4] Sobre las “dulces influencias”, véase “The Secret Doctrine”, vol. I, p. 648.
[5] “La Voz del Silencio”, Editorial Teosófica (Biblioteca Orientalista), Barcelona, 1927, 127 páginas, traducción de Francisco Montoliu. Véase la p. 44. Algunos párrafos antes de este pasaje, en la página 41, el texto afirma: “El discípulo ha de recobrar el estado infantil que perdió…”.
[6] En relación con esta frase, Helena Blavatsky cita varios pasajes de la Biblia en una nota a pie de página. Dos de ellos son: “Glorificad a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt, 5:16) y “subo hacia mi Padre” (Juan, 20:17). Véase “The Secret Doctrine”, H.P. Blavatsky, vol. I, p. 574.
[7] “The Secret Doctrine”, H.P. Blavatsky, vol. I, pp. 572-574, especialmente pp. 572-573.
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El artículo “El Significado de la Estrella de Navidad” es una traducción del portugués y ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Título original y link: “O Significado da Estrela de Natal”. La publicación en español ocurrió el 16 de diciembre de 2019.
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