La Ley del Equilibrio Enseña a Ampliar
el Horizonte y Actuar de Modo Solidario
Carlos Cardoso Aveline
En Libra la vida comienza a refugiarse en lo esencial.
Comenzando en torno al 23 de septiembre, el signo de Libra es el séptimo del zodíaco y constituye el punto de mutación del ciclo anual. Teniendo como símbolo la balanza, esta es la etapa de transición y equilibrio entre las dos mitades del viaje.
Libra trae consigo la primavera en el hemisferio sur, e inaugura el otoño en el hemisferio norte. La mayor parte de la humanidad vive en el norte del planeta. Allí el signo de Libra abre camino a la estación de la nieve, del recogimiento y de la introspección. En el invierno, el fuego y el calor están presentes y su influencia es igualmente decisiva, pero son sobre todo internos. En Libra, la vida comienza a refugiarse en lo esencial. El alma renuncia al punto más alto de su manifestación externa y comienza a extraer lecciones espirituales con más eficiencia, mientras prepara la fase final del viaje anual.
Toda alma espiritual pertenece al territorio trascendente de la armonía ilimitada. Hasta llegar a Libra – el punto de mutación -, el peregrino se preocupa principalmente de sí mismo o de su presencia en el mundo. Durante el período de la balanza, el espíritu comienza el viaje de vuelta a casa a través del camino del altruismo, y pasa a priorizar el apoyo mutuo en las relaciones.
El nativo de Libra da importancia a los demás. Siente la necesidad de tratar a su semejante como él desea que su semejante lo trate. Se percibe ahora, instintivamente, la simetría de la vida: “lo que se planta, se cosecha”. El peregrino aprende la regla de la reciprocidad. En el otoño, así como en la primavera, la solidaridad es fundamental.
Regido por el planeta Venus, Libra busca ver belleza y bienestar en todas las cosas. Después de perfeccionar los detalles terrestres de la vida durante el signo de Virgo, el alma dirige la mirada al ideal celeste de la síntesis y de la elevación. El alma aprenderá varias lecciones valiosas en diferentes signos antes de que el viaje culmine en Piscis, el último del zodíaco, el territorio de la plenitud y del autoolvido, cuya principal lección consiste en ser uno con el universo.
Nada se pierde, nada se crea, todo se transforma. Ningún ser humano muere jamás, pero cada individuo se une por algún tiempo completamente al universo, para más tarde renacer bajo otra forma en el plano de la vida autoconsciente. La ley de la naturaleza es la ley de la eterna renovación, y el viaje del sol por el cielo a lo largo de cada año simboliza el viaje del alma por las diferentes encarnaciones. En Libra comienza la transición gradual hacia el territorio de la trascendencia.
Anna Maria Costa Ribeiro ofrece una imagen para describir el signo:
“El sol sale por el horizonte. Dos pájaros están en el árbol de la vida. El primero come el fruto de la inmortalidad, mientras que el otro observa, complacido por la victoria de su colega”. [1]
El alma libriana vivencia el poder de la fraternidad. Sin embargo, el elemento de Libra es el aire. Cuando está demasiado ocupado en armonizar todas las cosas en el plano inmediato, el signo se vuelve excesivamente aéreo. En circunstancias desfavorables, su sentido de orientación puede disolverse en una atmósfera de equilibrismo y pensamiento divorciado de la práctica. El efecto paralizante del miedo al conflicto puede ser evitado a través de la adopción de metas claras, con base en decisiones estables y una intención definida.
El opuesto simétrico de Libra es Aries, uno de los signos más impulsivos y el más pionero del zodíaco. Libra y Aries se complementan el uno al otro. El aprendizaje mutuo entre ellos es un recurso valioso.
Todos los humanos tienen el factor equilibrante de Libra en algún lugar de sus auras y pueden disponer conscientemente de él. Con mayor o menor facilidad, cada uno es capaz de usarlo para aumentar la eficiencia de todo lo que hace.
La sabiduría esotérica enseña al aspecto libriano de cada peregrino que el sentido de belleza y armonía necesita ser elevado hasta el ámbito del alma inmortal y liberado de sus aspectos meramente materiales. La tarea ética de rechazar la falsedad no puede ser postergada. No hay verdadera armonía en ausencia de honestidad. Libra es el signo de la justicia. Las decisiones en este territorio de la vida pueden necesitar tiempo para ser tomadas, pero deben ser firmes y sabias.
La Clave de la Solidez
Stephen Arroyo destaca el hecho de que, así como los otros signos de aire – Géminis y Acuario –, Libra dispone de la práctica de la constancia como herramienta para superar sus limitaciones. [2]
A través de una actitud sólida y un compromiso firme, este signo sensato evita el peligro de perderse en dudas, dilemas y contradicciones. Para romper la parálisis, siempre es útil el diálogo con el signo de Aries.
El alma experimentada aprende a combinar la comprensión de la diversidad inmensa de las posibilidades humanas con la acción creadora concreta que se necesita desarrollar aquí y ahora. El libriano bien informado trabaja en un horizonte temporal que trasciende el corto plazo e incluye las transmutaciones. Para él, las posibilidades del presente están definidas por la ley de la fraternidad. Él sabe que el principio de la cooperación explica también el origen y el futuro de los seres humanos.
NOTAS:
[1] “Conhecimento da Astrologia”, Anna Maria Costa Ribeiro, Novo Milênio Editora, 1996, Rio de Janeiro, 733 pp., ver p. 77. Sobre Libra, examínese “Illustrated A-Z of Understanding Star Signs”, editor general Kim Farnell; Flame Tree Publishing, London, Printed in China, 224 pp., 2002, pp. 108-109.
[2] Véase la obra “Astrology, Psychology, and the Four Elements”, de Stephen Arroyo, M.A., CRCS Publications, California, EUA, 191 pp., 1975, especialmente la p. 107.
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El artículo “La Lección del Sol en Libra” es una traducción del portugués, y la tarea ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial. La publicación en español ocurrió el 14 de octubre de 2021. Texto original: “A Lição do Sol em Libra”.
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