Uno de los Principales Textos
de la Tradición Filosófica Occidental
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
Los Versos de Oro de Pitágoras
 
Imagen reproducida de la obra The Pythagorean Sourcebook and Library,
recopilada y traducida por Kenneth Guthrie, Phanes Press, Michigan, EUA, 1987, 361 pp.
 
 
 
Los Versos de Oro de la tradición pitagórica constituyen un documento de valor incalculable. Este texto breve y único es un mapa preciso del camino práctico hacia la sabiduría divina.
 
Es cierto que el documento ha sido mantenido en un relativo olvido, como tantos otros que pertenecen a la sabiduría tradicional de Occidente.  Eso sólo aumenta el valor de su descubrimiento por parte del lector. Por otro lado, la fuerza de este texto brilla dentro de un contexto  más amplio, en el cual las filosofías clásicas griega y romana son rescatadas en el siglo 21, y recuperan su visibilidad y popularidad.
 
He traducido  los Versos a partir del texto de Hierocles de Alejandría [1], con base en la versión inglesa hecha por N. Rowe en 1707, y adoptada por la mayoría de los estudiosos de la tradición pitagórica [2]. Examiné otras versiones de los Versos, en varios idiomas, pero opto por esta versión de Hierocles en inglés, cotejada, en algunos casos con la de Fabre d’Olivet. Añado comentarios e información adicional con base en la filosofía clásica y la filosofía esotérica.
 
Los Versos de Oro expresan en pocas palabras y con una claridad definitiva el compromiso de vida de los pitagóricos de todos los tiempos. Su mensaje será probablemente tan actual dentro de 20 o 25 siglos como en la Grecia y Roma antiguas. Durante la compleja transición actual hacia una civilización planetaria y democrática, los Versos apuntan y señalizan impecablemente un camino hacia la autoregeneración de cada individuo, que constituye una base fundamental para un renacimiento colectivo de la sabiduría en un futuro a medio plazo. 
 
Sigue, pues, un texto inmortal, que se puede y debe leer muchas veces a lo largo del tiempo. Es un mapa, una guía y un tratado completo sobre la vida de los sabios.
 
1. Honra en primer lugar a los dioses inmortales como manda la ley.
 
Los dioses o espíritus inmortales son personificaciones de inteligencias cósmicas, registradas  en las leyendas de los mitos antiguos.
 
Los dioses son también los grandes instructores de la humanidad, los Adeptos mencionados en la literatura teosófica clásica, los grandes Rishis de la Indiga Antigua y los Inmortales de la tradición taoísta.
 
Esotéricamente, la ley a la que se refiere este verso es la ley de la evolución, que guía simultáneamente al cosmos y cada ser que vive en él.
 
Pero, de acuerdo con el punto de vista de Fabre d’Olivet, el primer Verso pitagórico habla de la ley de las costumbres del país en que uno vive. Así, para evitar persecuciones en tiempos de intolerancia, el practicante de los Versos de Oro puede adoptar la religión externa de su país, mientras sigue internamente la doctrina esotérica de los pitagóricos.
 
2. A continuación, cumple el juramento que hiciste.
 
La decisión de buscar la verdad, manifestada a través de un juramento o voto espiritual, es una expresión dinámica de nuestra conexión interior con el mundo divino. De ahí su importancia, hasta el punto de ser colocada al principio de los Versos de Oro. Este juramento, en su aspecto más profundo, es simplemente la decisión, tomada en nuestro propio corazón, de seguir el camino de la sabiduría. (El juramento de los pitagóricos es discutido con más detalle en el Verso 48.)
 
3. Después los héroes ilustres, llenos de bondad y luz.
 
Los seres ilustres son seres de alto grado de evolución, aunque pueden no haber llegado a la liberación espiritual alcanzada por los Adeptos o Inmortales. Hércules, una excepción, era un ser reconocido simultáneamente como un dios y un héroe. No obstante, la diferencia entre las dos situaciones es clara, como vemos en el libro On the Mysteries (Sobre los Misterios), de Jámblico. [3]
 
4. Homenajea entonces a los espíritus terrestres y manifiesta por ellos el debido respeto.
 
Los espíritus terrestres son los hombres buenos y sabios.
 
5. Honra en seguida a tus padres y a todos los miembros de tu familia.
 
Cumplir los deberes familiares y tener un comportamiento equilibrado en el plano emocional garantiza una buena parte de la tranquilidad básica necesaria para la búsqueda de la sabiduría divina. El desapego es igualmente importante. Un instructor espiritual de los Himalayas escribió en el siglo XX a un discípulo laico, Alfred Sinnett: “¿Te parece poco que el año anterior lo hayas dedicado apenas a tus ‘deberes familiares’? No; ¿Qué mejor causa para la recompensa, que mejor disciplina que el cumplimiento del deber a cada hora de cada día? Créeme, ‘alumno’ mío, un hombre o una mujer que es colocado por el Karma en medio de deberes, sacrificios y amabilidades pequeñas y definidas irá, a través de su fiel cumplimiento, a erguirse a una dimensión mayor del Deber, del Sacrificio y la Caridad para con toda la Humanidad. ¿Qué mejor camino, para la iluminación que buscas, que la victoria diaria sobre el Ego, la perseverancia a pesar de la ausencia de progreso psíquico visible, soportar la mala suerte con aquella serena resistencia que se transforma en ventaja espiritual – ya que el bien o el mal no pueden ser medidos por acontecimientos en el plano inferior o físico?” [4]
 
6. Entre todos, escoge como amigo aquel que se distingue por su virtud.
 
En su obra titulada “Dichos y hechos memorables de Sócrates”, Xenofonte cuenta cómo Sócrates enseñó a Cristóbulo el arte de alejarse de hombres ignorantes. Al terminar su exposición, el sabio aconseja: “Queda tranquilo, Cristóbulo: busca hacerte bueno y, una vez bueno, te pones a la caza de los corazones virtuosos.” [5]
 
7. Aprovecha siempre sus suaves exhortaciones, y sigue el ejemplo de sus acciones virtuosas y útiles.
 
8. Pero evita, tanto cuánto posible, alejarte de tu amigo por un pequeño error.
 
9. Porque la fuerza es limitada por la necesidad.
 
Hierocles comenta: “Es para nuestro beneficio mutuo que la ley de la amistad nos une, para que nuestros amigos puedan ayudarnos a crecer en virtud, y para que nosotros podamos, recíprocamente, ayudarlos en su progreso en ese sentido. Porque, como compañeros de viaje en el camino que lleva a una vida mejor, nosotros deberíamos, para nuestro provecho común, transmitir a ellos las cosas buenas que podamos descubrir, tal vez con más claridad que ellos.” Y Hierocles hace una advertencia: “Hay sólo una cosa que no debemos aceptar en un amigo, y es que él caiga en un comportamiento corrupto”. En este punto, como siempre, valen más los actos que las palabras. Pero, añade Hierocles, en esa situación “no debemos verlo como enemigo, porque ya fue nuestro amigo, ni debemos verlo como nuestro amigo, a causa de su comportamiento corrupto”.
 
10. Recuerda que todas estas cosas son como te digo.
 
11. Pero acostúmbrate a vencer estas pasiones: primero, la gula; después la pereza, la lujuria y la ira.
 
Según Hierocles, “esas son las pasiones que debemos restringir y mantener dominadas, para que ellas no puedan descomponer y obstruir nuestra razón.” 
 
12. Nunca hagas con otros, ni solo, algo que te dé vergüenza.
 
13. Y, sobre todo, respétate a ti mismo.
 
Los versos 12 y 13 recomiendan dos cosas inseparables: la auto-restricción y el auto-respeto, o en otras palabras, la abstención de error y la auto-estima. De hecho, solamente con respeto por nosotros – un sentimiento que en la verdad es amor por lo que hay de más puro y elevado en nosotros – podemos tener una suave disciplina no-represiva que nos permita abstenernos de aquello que sabemos que es erróneo.
 
14. Practica la justicia con tus actos y con tus palabras.
 
15. Y establece el hábito de nunca actuar sin pensar.
 
16. Pero recuerda siempre un hecho, que el destino establece que la muerte vendrá a todos;
 
17. Y que las cosas buenas del mundo son inciertas, y así como pueden ser conquistadas,  pueden ser perdidas.
 
18. Soporta con paciencia y sin murmullos tu parte, sea cual fuere,
 
19. De los sufrimientos que el destino determinado por los dioses lanza sobre los seres humanos.
 
Tenemos aquí las ideas centrales adoptadas más tarde por los filósofos estoicos. El filósofo-emperador neoestoico Marco Aurelio recomendaba: “Vive cada día de tu vida como si fuera el último”. Los estoicos construyeron su filosofía sobre la idea de que la indiferencia ante el  dolor y el placer externos es a corto plazo. Esa regla básica del arte de vivir ocupa un lugar central en Sócrates, Platón, y muchos otros filósofos, por no hablar de tradiciones orientales como la Raja Yoga y otras.
 
En relación al Verso 19, Platón escribe en “La República” que “Dios” – que para los griegos es la pluralidad estructural del mundo divino, la idea universal – nunca es el causador de los sufrimientos de alguien. Allí, Platón hace afirmar a Sócrates: “Dios no es la causa de todo, solamente del bien” [6].
 
¿Estaría entonces equivocado el Verso 19? No. El Verso no es fatalista. El “destino determinado por los dioses” y que es lanzado sobre el ser humano fue creado por el propio hombre. Los “dioses”, las inteligencias divinas en su funcionamiento colectivo, sólo ordenan y organizan, natural y espontáneamente, el Karma o destino que la propia humanidad crea para sí. Por eso es erróneo rezar o pedir favores a dioses o seres divinos. La solución práctica es actuar bien y acertadamente, esperando que el buen Karma madure para que sus resultados puedan ser cosechados. Sin embargo, las oraciones son útiles siempre que sirvan para que nuestro pensamiento se eleve por encima de las angustias. El pensamiento positivo da buenos frutos, y aunque las oraciones no tengan valor como pedidos, ellas funcionan como mecanismos de elevación de la conciencia.
 
20. Pero esfuérzate para aliviar tu dolor tanto como sea posible.
 
21. Y recuerda que el destino no envía muchas desgracias a los buenos.
 
El destino, como hemos visto, es el Karma, es decir, el encadenamiento de acciones y reacciones de la vida. El Karma, dice el versículo 21, no envía muchas desgracias a los buenos. Pero la vida es compleja, y es oportuno recordar una advertencia de Helena Blavatsky, quien escribió lo siguiente en 1883:
 
“El chela” – es decir, el aprendiz de la sabiduría eterna – “tiene que hacer frente no solo a las malas tendencias latentes en su naturaleza, sino, por extensión, a todo el conjunto de la energía malévola acumulada por la comunidad y la nación a la que pertenece. Eso se debe al hecho de que él es una parte integral de los agregados, y todo lo que afecta tanto al hombre individual como al grupo (ciudad o país) reacciona el uno sobre el otro. En este caso la lucha por la bondad choca con toda la maldad de su medio ambiente, y atrae su ira en contra de él.” [7]
 
Esa parece ser la razón por la cual una gran cantidad de seres humanos que trabajaban para la regeneración humana fueran severamente perseguidos, o al menos mal entendidos, en su tiempo. Entre ellos están Sócrates, Pitágoras, Apolonio de Tiana, San Francisco de Asís, San Juan de la Cruz, Martin Lutero, Mahatma Gandhi, Alejandro Cagliostro y la propia Helena Blavatsky. Y fueron miles. La vida de Jesús, en el Nuevo Testamento, simboliza y retrata este mismo proceso. Pero el hecho central es que siendo buenos, eliminamos las fuentes y causas de nuestro sufrimiento. Esto ocurre incluso aunque, a corto plazo, haya retos y dificultades. No es casualidad que el camino de la liberación espiritual pase a través del desapego y la indiferencia ante el dolor y el placer.
 
Este verso también sugiere que si somos buenos y altruistas, vamos a tener una cuota de felicidad. Pero esa felicidad será predominantemente interior y no surgirá de una vida externamente placentera o indulgente.
 
22. Lo que las personas piensan y dicen es muy variable; Ahora algo es bueno, en seguida es malo.
 
23. Por tanto, no aceptes ciegamente lo que escuches, ni lo rechaces de modo precipitado.
 
24. Pero, si se hablan falsedades, retrocede suavemente y ármate de paciencia.
 
25. Cumple fielmente, en todas las ocasiones, lo que te digo ahora:
 
26. No dejes que nadie, con palabras o actos,
 
27. Te lleve a hacer o decir lo que no es mejor para ti.
 
28. Piensa y delibera antes de hacer, para que no cometas acciones insensatas,
 
Un Raja Yogui de los Himalayas escribió en el siglo 19, en una carta a su discípula occidental Laura C. Holloway:
 
“¿Cómo se puede discernir lo real de lo irreal, lo verdadero de lo falso? Sólo a través de auto-desarrollo. ¿Cómo lograr esto? En primer lugar, evitando las causas del auto-engaño. Y eso usted puede hacer dedicándose, en un momento determinado o con un horario fijo, todos los días, sola, a la auto-contemplación, a escribir, a leer, a purificar sus motivaciones, a estudiar y corregir sus errores en la planificación de su trabajo en la vida externa. Estas horas deben estar reservadas como algo sagrado, y nadie, ni siquiera su amigo o sus amigos más cercanos, deben estar con usted en ese momento. Poco a poco su visión se hará clara, usted verá que las brumas se disipan (…).” [8]
 
29. Porque es propio de un hombre miserable actuar y hablar sin pensar.
 
La expresión “hombre miserable” significa aquí “hombre que sufre”, un ser que pasa por miserias.
 
30. Pero haz lo que no te traiga problemas más adelante, y que no te cause arrepentimiento.
 
31. No hagas nada que seas incapaz de entender,
 
32. Pero aprende todo lo que necesites aprender, y de ese modo tendrás una vida feliz.
 
33. No te olvides de ninguna manera de la salud de tu cuerpo,
 
Una estrecha y empobrecida espiritualidad, basada en creencias y ceremonias ciegas, eventualmente causó en la cultura occidental el desprecio tradicional por el cuerpo, como si sólo el espíritu fuera bueno y la “carne” fuera mala. Este grave error ha llevado a la visión del camino espiritual como algo muy alejado de la práctica real. Para la sabiduría eterna, y la filosofía clásica, el cuerpo es el templo habitado por el espíritu, y debe ser tratado con respeto y consideración. Materia, energía y espíritu son tres aspectos de la misma Vida Única.[9]  Así, el cuerpo es un instrumento práctico para vivenciar y expresar lo que es sagrado.
 
34. Pero aliméntalo con moderación, haz el ejercicio necesario y también da reposo a tu mente.
 
Aquí parece que ha habido una contaminación del texto con el paso del tiempo. En la versión atribuida a Hierocles, se lee literalmente:
 
“Pero dale la cantidad de carne y bebida adecuada y el ejercicio que necesita.”
 
De hecho, se sabe que las comunidades pitagóricas eran vegetarianas. En la medida en que la mención del consumo de carne está fuera de contexto, opto, en parte, por la versión de Fabre d’Olivet, que literalmente dice: “Dad, con moderación, los alimentos para el cuerpo y descanso a la mente.”
 
35. Lo que señalo con la palabra moderación es aquello que no te provocará malestar.
 
Los extremos deben ser evitados. Esta es una mención al camino del medio y al avance gradual a ser realizado por el alumno, sin prisa y ni pausa.
 
36. Acostúmbrate a una vida decente y pura, sin lujuria.
 
37. Evita todas las cosas que causen envidia.
 
Esto no siempre es posible para el alumno. Hasta la bondad y la sinceridad de alguien pueden ser motivos de envidia – por ejemplo, por parte de aquellos que decidieron hacer oídos sordos a su propia conciencia.
 
El que optó por la astucia puede sufrir agudamente viendo las acciones correctas y los motivos puros de alguien que escucha a la voz del corazón.
 
Tal individuo podrá envidiar y atacar al alumno de la sabiduría, intentando legitimar y confirmar de esa manera, para sí mismo y para otros, su decisión de abandonar como algo “imposible” o “utópico” la práctica de la sinceridad.
 
Vea, por cierto, el comentario sobre el Verso 21. Sin embargo, la cautelosa recomendación del Verso 37 es fundamental. Sirve para reducir gran parte del sufrimiento en el camino del aprendizaje.
 
38. Y no cometas excesos en el uso de los bienes materiales. Vive como alguien que sabe lo que es honrado y decente.
 
39. No actúes motivado por la codicia o la avaricia. Es excelente utilizar la justa medida en todas esas cosas.
 
40. Haz sólo cosas que no te puedan causar daño, y decide antes de hacerlas.
 
41. Cuando te acuestes, nunca dejes que el sueño se acerque a tus ojos cansados,
 
42. Sin examinar con tu conciencia superior todas tus acciones del día.
 
43. Pregunta: “¿En qué erré? ¿En qué actué correctamente? ¿Qué deber queda por cumplir?”
 
44. Recrimínate por tus errores, alégrate de tus aciertos.
 
Cada día de la vida es una imagen en miniatura de una vida entera. Por la mañana tenemos la vitalidad de un niño, y por la noche sentimos el cansancio de alguien que es muy viejo. La revisión pitagórica nos permite evaluar el karma sembrado y el karma cosechado durante ese día.
 
De esta manera podemos dormir más completa y profundamente, y con la conciencia tranquila. El estudiante de la sabiduría esotérica es, pues, libre para el aprendizaje que se produce durante el sueño del cuerpo físico. Porque, como se sabe, algunos sueños pueden ser una fuente importante de enseñanza espiritual.
 
El hábito de la auto-observación evita algunos errores y corrige otros. Esta práctica también prepara la revisión del pasado que se producirá en la última etapa de la vejez, e incluso en el último minuto de nuestra vida física. Estas revisiones finales de la totalidad de la existencia sirven, a su vez, para anticipar y definir la dirección general de la vida post-física en sus dos etapas principales, que son el kama-loka (etapa de purificación) y el devachan (etapa divina).
 
Del mismo modo, en pequeña escala, la revisión al final de cada día ayuda a establecer el curso y la calidad de todo lo que va a ocurrir durante el sueño y el nuevo despertar. Gracias a la revisión pitagórica al final del día, cada nueva mañana trae una vida más libre del peligro de repetir los errores del pasado, y más abierta al potencial ilimitado de felicidad que todo ser humano tiene siempre delante de sí.
 
45. Practica totalmente todas estas recomendaciones. Medita sobre ellas también. Debes amarlas de todo corazón.
 
46. Son las que te pondrán en el camino de la Virtud Divina,
 
El término virtud – areté, en griego – no es algo a ser cultivado superficial o artificialmente, como puede parecer en el contexto de ciertas teologías cristianas. Areté, explica Platón, es aquella actividad propia o específica de una determinada cosa o persona. La virtud de una bicicleta es el movimiento, la virtud de un pez es nadar y la virtud de un médico curar. Así también, la virtud divina del alma humana es una característica y una vocación esencial de la parte superior y racional del individuo. Es el dharma, el Tao, aquello que surge naturalmente de un alma inmortal libre de apegos externos. [10]
 
47. Juro por el que transmitió a nuestra alma la Sagrada Tétrada,
 
48. La fuente de la Naturaleza, cuya evolución es eterna.
 
El Cuaternario Sagrado, Tétrada o tetraktys (en griego), el cuatro sagrado por el que juraban los pitagóricos. “Aquel que transmitió la Tétrada” es el Maestro, cuyo nombre se evitaba pronunciar en vano. Este era el juramento más inviolable de los pitagóricos. El cuaternario sagrado simbolizaba la unidad que se muestra en cuatro aspectos del mundo visible, y también el yo inmortal en su acción concreta. [11]
 
La tétrada sagrada de los pitagóricos parece haber sido conocida también por los chinos. Geométricamente, su representación es la siguiente:
 
                                                                     .
                                                                  .    .
                                                                .    .    .
                                                              .    .    .    .
 
 
La primera línea de la figura representa la unidad y lo divino. La segunda línea, la dualidad y la materialidad. La tercera línea significa la tríada, el yo inmortal en evolución, que reúne en si la unidad y la dualidad. La cuarta línea simboliza la tétrada o perfección, que expresa el vacío y la plenitud. Presente en la figura está también la década, o diez, la suma total de los puntos, que simboliza el cosmos.
 
Por lo tanto, el cuaternario sagrado por el cual los pitagóricos juraban significa:
 
1) el conjunto dinámico y cíclico de la unidad divina;
2) el proceso de la manifestación del mundo divino en la materia; y
3) el cosmos que lo contiene todo. [12]
 
49. Nunca comiences una tarea sin pedir antes la bendición y ayuda de los Dioses.
 
Esta práctica se recomienda en varias tradiciones religiosas orientales y occidentales. En siglo XVII en Francia, por ejemplo, el Hermano Lorenzo, empleaba la técnica de la presencia divina y oraba al comenzar cada tarea:
 
“Oh, ser divino, ya que tú estás conmigo, y para cumplir con mi deber ahora concentro mi mente en una tarea concreta, te pido la gracia de continuar en Tu Presencia. Y  pido que para eso lances sobre mí la bendición de Tu ayuda; que recibas los frutos de mi trabajo, y seas el dueño de todos mis afectos”. [13]
 
50. Cuando hagas un hábito de todo esto,
 
51. Conocerás la naturaleza de los dioses inmortales y de los hombres,
 
52. Verás hasta qué punto hay diversidad entre los seres humanos, y también lo que les une y les pone en unidad, los unos con los otros.
 
53. Verás entonces, de acuerdo con la Justicia, que la substancia del Universo es la misma en todas las cosas.
 
“De acuerdo con la Justicia”, esto es, “en la medida de tus méritos”. La palabra justicia, en este caso, significa la ley del Karma. La vida recibe de cada uno conforme a su posibilidad, y da a cada uno conforme a sus méritos. Cada acción tiene una reacción igual en sentido contrario: “lo que plantas, eso cosechas”. El hecho de que la sustancia del universo es la misma en todas partes, que se menciona en el Verso 53, también expresa la Ley de Justicia y Equilibrio Universal. El filósofo pitágorico Thomas Stanley escribió en su libro sobre la vida y las enseñanzas de Pitágoras que hay una amistad universal, que une a todos los seres y todas las cosas.[14]  Y un Mahatma escribió en una de sus cartas: “La naturaleza ha unido a todas las partes de su imperio a través de sutiles hilos de simpatía magnética, e incluso hay una relación mutua entre una estrella y el hombre …”. [15]
 
54. De este modo no desearás lo que no debes desear, y nada de este mundo será desconocido para ti.
 
La felicidad no consiste en tener lo que se desea, sino en no desear lo que no es adecuado.
 
Los deseos personales distorsionan la realidad y mantienen al ser humano en la ignorancia. Una de las definiciones de nirvana, o estado de éxtasis y de liberación espiritual, es “ausencia total de deseos”. Esta es la puerta que lleva a la lucidez ilimitada del sabio, a través de la cual él se conecta con la fuerza del cosmos.
 
55. Percibirás también que los hombres lanzan sobre si mismos sus propias desgracias, voluntariamente y por su libre albedrío.
 
56. ¡Cómo son infelices! Ni ven, ni comprenden que el bien suyo  está a su lado.
 
57. Pocos saben cómo liberarse de sus sufrimientos.
 
58. Este es el peso del destino que ciega a la humanidad.
 
El peso del destino es el aspecto negativo del Karma humano; la carga acumulada de errores cometidos por la humanidad. El llamado Karma positivo, al contrario, es el peso de la carga acumulada por los aciertos humanos. Los santos y sabios defienden a la humanidad de las consecuencias más graves de sus propios errores – como si fuera un niño – al mismo tempo que orientan su evolución. Pocos podrían dudar de que la humanidad está en una etapa relativamente infantil de su desarrollo espiritual.
 
59. Como grandes cilindros, los seres humanos ruedan de aquí para allá, siempre oprimidos por sufrimientos interminables,
 
60. Porque están acompañados por una compañera oscura, la desunión fatal entre ellos, que les lanza para arriba y para abajo sin que lo perciban.
 
Una enseñanza básica y central de la tradición esotérica es la unidad y fraternidad universal de todos los seres.  
 
A propósito de los versos 59 y 60, Fabre d’Olivet contribuye con a siguiente imagen: “indefensos y arrastrados por las pasiones, lanzados de aquí para allá por ondas adversas en un océano sin playas, ellos ruedan sin ver nada, incapaces de resistir o de ceder a la tempestad”. [16]
 
61. Trata, discretamente, de nunca despertar desarmonía, pero ¡Huye de ella!
 
Una formulación más estrictamente literal de este Verso, según la versión de Hierocles, sería: “En lugar de provocar y estimular la desunión, ellos deberían evitarla cediendo espacio.”
 
Pero es oportuno destacar que hay al menos dos tipos de unión o armonía. Existe una armonía superficial, mantenida como un juego de apariencias para evitar y reprimir la libertad y la independencia natural de los seres; y hay otra armonía interior, de corazón, que es capaz de identificar, respetar y preservar las diferencias naturales entre los seres. Esta verdadera armonía no es sinónimo de uniformidad externa, sino que nace de una relación creativa y positiva entre seres y posibilidades diferentes.
 
62. Oh, Gran Zeus [17],  padre de los hombres, tú los librarías de todos los males que les oprimen, si le mostraras a cada uno el Espíritu que es su guía.
 
El Espíritu que guía cada ser humano es  su propio yo inmortal, también llamado la mónada, alma espiritual, Atma, o Atma-Buddhi.
 
63. Pero no debes tener miedo, porque los hombres pertenecen a una raza divina,
 
De hecho, tanto el origen como el destino de nuestra humanidad son divinos. La edición portuguesa-brasileña de 2014 de “Luz en el Sendero, un clásico de la literatura esotérica, afirma: “El alma humana es inmortal y su futuro es el futuro de algo cuyo crecimiento y esplendor no tienen límite”.[18]
 
64. Y la naturaleza sagrada les revelará los misterios más ocultos.
 
65. Si ella te comunica sus secretos, pondrás en práctica, con facilidad, todas las cosas que te recomiendo.
 
Cuando la disciplina espiritual nos parece difícil, esto ocurre porque aún no comprendemos bien la realidad de la vida. La verdad es que la ausencia de disciplina trae dificultades mucho más grandes.
 
66. Y al curar a tu alma la libertarás de todos estos males y sufrimientos.
 
67. Pero evita las comidas poco recomendables para la purificación,
 
68. Y la liberación, del alma; utiliza un claro discernimiento en relación con ellas, y examina todas las cosas,
 
69. Buscando siempre guiarte por la comprensión divina que todo debería orientar.
 
70. Así, cuando abandones tu cuerpo físico y te eleves en puro éter,
 
El éter es uno de los niveles inferiores de Akasha, la substancia primordial o Luz Astral. Y lo recíproco es cierto: “El akasha (palabra sánscrita) es la síntesis del éter, o éter superior”, dice Helena Blavatsky. En el contexto específico del Verso 70, éter significa el mundo de la luz astral, las condiciones de la vida después de la muerte, que son determinadas por el Karma producido en vida.
 
71. Serás divino, inmortal, incorruptible, y la muerte ya no tendrá poder sobre ti.
 
El verso final simboliza no sólo el momento en el que se alcanza la sabiduría en términos generales, sino también la conquista de la liberación espiritual, o adeptado –  la condición de un Mahatma, un Buda, un Arhat, un Rishi, o un Inmortal. En esta etapa el alma conoce el Nirvana y ya no tiene necesidad de renacer.
 
 
NOTAS:
 
[1] Mi versión original está en portugués. Juan Taréis hizo la presente traducción al español, con revisión final mía. Hierocles de Alexandria, filósofo neoplatónico y neopitagórico del siglo quinto A.D., fue alumno de Plutarco de Atenas antes de comenzar a enseñar Filosofía en Alejandría. Este filósofo no debe ser confundido con otro Hierocles de la misma ciudad, un filósofo estoico que vivió en los siglos I y II A.D.  Vea la Encyclopaedia Britannica, 1967.
 
[2] Entre las principales versiones disponibles de los Versos están: 1) Commentaries of Hierocles on the Golden Verses of Pythagoras, Theosophical Publishing House, Londres, 1971, 132 pp.; e 2) The Golden Verses of Pythagoras, de Fabre d’Olivet, Samuel Weiser, Inc., Nueva York, 1975, 164 pp. El francés Fabre d’Olivet (1767-1825) fue cualificado por Helena P. Blavatsky como “un genio de erudición casi milagrosa”. Otras versiones importantes de los Versos de Oro incluyen: 1) The Pythagorean Sourcebook and Library, Compiled and Translated by Kenneth Guthrie, Phanes Press, Michigan, EUA, 1987, 361 pp., ver pp.163-165; 2) Vida Perfeita, Comentários aos Versos de Ouro dos Pitagóricos, de Paul Carton, Martin Claret Editores, São Paulo, 1995, 188 pp.; e 3) Pitágoras, Su Vida, Sus Símbolos y los Versos Dorados, de A. Dacier, Versión Española de Rafael Urbano, Casa Editorial Maucci, Barcelona, edición de cerca de 1920, con 317 pp., ver especialmente pp. 173-179. Cabe destacar el trabajo realizado en Brasil por el Instituto Neo-Pitagórico (INP), de Curitiba. Fundado en 1909 por Dario Vellozo, el INP tiene varias publicaciones sobre temas pitagóricos.
 
[3] On the Mysteries, Iamblichus, tr. Thomas Taylor, Wizards Bookshelf, San Diego, CA, USA, 1997, 376 pp. Buscar la Introducción, de T. Taylor e o capítulo II da obra.
 
[4] Cartas dos Mahatmas Para A. P. Sinnett, Ed. Teosófica, Brasília, volumen II, Carta 123, pp. 269-270.
 
[5] Sócrates, Coleção Os Pensadores, Nova Cultural, Círculo do Livro, 1996, 300 pp., ver capítulo seis del libro II, pp. 105-108.
 
[6] A República, Platão, Nova Cultural Ltda., SP, 2000, 352 pp., ver pp. 68-69.
 
[7] Vea el texto “Chelas e Chelas Leigos”, de H. P. Blavatsky, que está disponible en nuestros websites asociados. En inglés, “Chelas and Lay Chelas” está publicado en  nuestros websites.
 
[8] Cartas dos Mestres de Sabedoria, editadas por C. Jinarajadasa, Ed. Teosófica, Brasília, 295 pp., ver Carta II para Laura Holloway, p. 146.
 
[9] Para leer más con respecto a la relación práctica entre cuerpo y mente, materia y espíritu, vea el capítulo 14, titulado O Corpo Inseparável da Alma, en el libro Três Caminhos Para a Paz Interior, Carlos Cardoso Aveline, Ed. Teosófica, Brasília, 2002, 193 pp.
 
[10] Vea el término Areté en la História da Filosofia Antiga, de Giovanni Reale, Edições Loyola, São Paulo, volumen V, pp. 29-30.
 
[11] Sobre los niveles de consciencia humana, vea Os Sete Princípios da Consciência, texto de Carlos Cardoso Aveline, disponible en nuestros websites asociados.
 
[12] Glossário Teosófico, de H. P. Blavatsky (Ed. Ground), ítem “Tétrade”. En torno a ese tema, hay también comentarios de un Maestro en la Carta 111, p. 215, vol. II, de Cartas dos Mahatmas Para A.P. Sinnett (Ed. Teosófica, Brasília) sobre el significado arquetípico de los números pitagóricos.
 
[13] Três Caminhos Para a Paz Interior, Carlos Cardoso Aveline, Ed. Teosófica, Brasília, 2002, p. 168.
 
[14] Pythagoras, His Life and Teachings, de Thomas Stanley, edición facsímil de la edición de 1687, The Philosophical Research Society, Los Angeles, EUA, 1970, ver pp. 544-545.
 
[15] Cartas dos Mahatmas Para A. P. Sinnett, Editora Teosófica, Carta 47, final de la  página 217.
 
[16] Este es el Verso 32, en la versión de Fabre d’Olivet.
 
[17] Zeus. En el original en inglés tenemos “Júpiter”, el nombre romano equivalente al término griego Zeus. Hierocles, como vimos, es del siglo quinto A.D. De ahí el uso del término romano. Zeus era el dios griego que comandaba el Olimpo. En la mitología griega, Zeus era el hijo más joven de Cronos (Saturno), que Zeus destronó y substituyó como dios supremo. Zeus es el dios del cielo y de los fenómenos atmosféricos.
 
[18] Luz no Caminho, M. C., The Aquarian Theosophist, Portugal, 85 pp., 2014. Traducción, prólogo y notas de Carlos Cardoso Aveline. Ver p. 29.
 
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El texto “Los Versos de Oro de Pitágoras”  fue traducido en 2014 por Juan Pedro Bercial.  Título original en portugués: “Os Versos de Ouro de Pitágoras”.
 
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Acerca del papel del movimiento teosófico en el  despertar ético de la humanidad, lea el libro The Fire and Light of Theosophical Literature”, de Carlos Cardoso Aveline.
 
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Publicado en 2013 por The Aquarian Theosophist, el volumen tiene  255 páginas y puede ser obtenido en Amazon Books.
 
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