Una Tarea Central del Siglo XXI es Destruir
las Ilusiones que Generan el Odio Sistemático
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Ninguna nación, así como ningún individuo, tiene derecho a cometer actos de crueldad contra seres humanos indefensos, ya sean individuos o comunidades. No hay justificación para este tipo extremado de cobardía agresiva. Nunca existió. Sin embargo, muchos de estos abusos se cometieron a escala colectiva a lo largo de la Historia, independientemente de la existencia de delitos aislados e individuales.
 
Ha habido una serie de acciones de exterminio contra comunidades enteras. Entre las víctimas históricas de las masacres se encuentran armenios, judíos, cristianos anabaptistas y pueblos indígenas de África, América del Norte, América Central y América del Sur, por nombrar solo algunos.
 
La existencia actual de armas nucleares representa el peligro y la posibilidad continuos de que se produzcan más de estos crímenes a gran escala contra poblaciones indefensas. Esto podría suceder incluso por accidente y no como una acción deliberada, por ejemplo, en el caso de las bombas atómicas.
 
Una tarea central del siglo XXI es comprender el pasado y desenmascarar las ilusiones que conducen al rencor sistemático y a la crueldad, de modo que la pesadilla de los asesinatos en masa desaparezca para siempre de la historia humana.
 
Helena Blavatsky escribió:
 
“La crueldad es hija del fanatismo, y la historia está repleta de ejemplos de hijos de mártires de un tipo u otro que se convirtieron en opresores y tiranos. Es más, los mismos mártires cambian a menudo de actitud cuando se olvidan del drama de sus propios sufrimientos, y en la avalancha del triunfo empiezan a intimidar, a perjudicar o torturar a una nueva generación de heterodoxos”. [1]
 
Y Blavatsky agregó:
 
“De todos los fanáticos crueles, los católicos españoles quizás se hayan ganado la reputación más vergonzosa. Su salvajismo hacia los judíos y herejes en España y hacia los indios salvajes de su América recién descubierta es una mancha oscura en la historia de la raza humana”. [2]
 
España es más grande que sus errores, así como los Estados Unidos, la Europa, Alemania, Italia, Brasil y todos los países u organizaciones humanas cuya intención sea legítima  y buena. Como resultado, no hay razón para no ser honesto acerca de los errores del pasado o para no aprender de ellos.
 
El principio de la justicia impersonal para todos juega un papel decisivo en la filosofía teosófica, y Helena Blavatsky era una amiga sincera de las naciones andinas y de su sabiduría. Ella tenía fuertes motivos para estar estrechamente vinculada también a los pueblos indígenas de América Central y del Norte, y a sus tradiciones espirituales. Es un deber del movimiento teosófico adoptar la misma actitud en el siglo XXI.  
 
NOTAS:
 
[1] Sobre esta alternancia desequilibrada de violencia, en la que un pueblo es primero víctima y luego verdugo, léase a Jesús Lara en la página 18 de su obra “La Poesía Quechua”, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1947. En un tramo que ayuda a comprender las palabras de Blavatsky, Jesús escribe: “El español había tenido que luchar durante más de siete siglos para emanciparse del yugo musulmán. Tras una guerra tan prolongada, el vencedor había de quedar naturalmente sobresaturado de cualidades heroicas, las cuales, por tendencia natural, se desviaron hacia la aventura. Y expoliada España hasta el límite por los califas, abrióse en ella un ansia enorme  de resarcimiento. Por otra parte, en el campo abandonado por el Islam se derramó la simiente católica con inusitada exuberancia, hasta engendrar una intolerancia sin paralelo en la historia de las religiones”. La Teosofía enseña a sus estudiantes a superar los extremos del odio y del miedo a través de la sabiduría, del altruismo y del sentido común.
 
[2] “Collected Writings” de Helena Blavatsky, TPH, EUA, volumen IV, p. 33.
 
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El artículo “Sacando Lecciones de las Crueldades del  Pasado” fue publicado como ítem separado en los sitios web de la Logia Independiente de Teósofos el 04 de diciembre de 2024. Una versión inicial del texto forma parte de la edición de enero de 2022 de “El Teósofo Acuariano”, pp. 8 a 10.
 
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